jueves, mayo 11, 2006

El me hace sentir mal. El, que en realidad es divino y que no hace nada malo. Pero igual, me mata, me deja en lo mas hondo. Y además siempre me deja entre situaciones que no quiero.
Pasa y saluda, y hace un chiste. Igual ya no es personalizado, pero no cualquiera actuaría asi. Y vuelve a pasar, agarra mi bufanda y me la pone en la cabeza, y logra que me ria, pero hasta ahi, los nervios no me dejan. Y al rato otra vez, un comentario, y suerte que esta X porque yo no puedo contestarle. Casi no puedo mirarlo y nose que pensará él, debería entenderme. Pero cuando el no me ve sí lo miro, me pierdo, deja de existir todo y pienso en cuanto me hubiera gustado que estemos juntos. Y otra vez suerte que está X, ahora para despertarme y decirme que la corte, que después sufro. Y el otro escucha y yo nose qué mierda estoy haciendo.
Y me voy. Confundida. Y triste.
Confundida porque ni bien lo vi sentí que no dolía tanto como antes. Pero sí duele, y bastante, y nose qué hacer. No quiero más. Encima me quema la culpa de que él ponga la mejor onda y yo en el fondo odie eso, además se que sino lo hiciera lo odiaría mas porque en verdad no odio nada y me encanta que sea tan bueno. Pero no me sale responderle.
Y además me enoja que me trate como una pendeja. Tengo 22 años, no 15. Y me dicen: podría ser tu papá. Y yo contesto que no lo es, que entonces no me trate como a una hija. Sabés todo, ya te lo dije, hagas lo que hagas jamás te voy a ver asi.
Pero soy una pendeja, reacciono como tal. Y el no va a insistir mucho con su buena onda, ayer fue una ocasión especial. A veces aunque que quiera no va a poder.
Y yo voy a seguir sufriendo. Sin querer sufrir. Necesitando hablar con él otra vez.
Me encantaría encontrarle el sentido al menos a algunas cosas.

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